sábado, 17 de marzo de 2012

Relación con la concepción global de la Generación del 27 y con sus integrantes

Tras unos primeros poemas muy en la línea de Jorge Guillén, con versos que se inician con letra mayúscula igual que los del autor vallisoletano, y composiciones muy regulares y de tradición renacentista en un segundo libro, Cernuda empieza a definir su estilo, muy próximo al surrealismo, con poemas de gran intimidad y de una sensibilidad romántica, cercana a la de Bécquer, una de sus primeras lecturas, que cuajará en libros como Donde habite el olvido: poemas cortos, sin rima, de gran intensidad lírica, con títulos en letras romanas y metros con tendencia al heptasílabo y al endecasílabo.

Más tarde, con el poemario Los placeres prohibidos, el verso se dilata, aunque no llega a los excesos de Aleixandre, y los temas se oscurecen por la indagación en la propia intimidad del poeta y en las bases morales que condicionan la personalidad y la identidad sexual. Tras la guerra, el tema del exilio, de la nostalgia, recorre muchos de sus versos, y los rasgos culturalistas se acentúan cada vez más: poemas dedicados a la pintura, a poetas como Verlaine o Rimbaud, motivos exóticos o el correlato de Sansueña como nombre para una España idílica rememorada a través de sus composiciones. 

El verso adquiere poco a poco un tono conversacional, muy próximo a la lírica inglesa, con versos largos pero con giros coloquiales y conversacionales que le permiten hablar sin tapujos ni lirismos gratuitos de su intimidad, llegando a escribir poemas descarnados, coloquiales en cuanto a sus recursos pero muy críticos con aspectos de la sociedad o hacia la hipocresía de otros poetas.



De los poetas de esta generación, Luis Cernuda mantiene relación con Pedro Salinas, ya que fue uno de sus profesores en la Universidad de Sevilla, además de que lo ayudó con sus primeras publicaciones. También solían a las tertulias literarias organizadas por este.

En 1927 Cernuda publica su primer libro lírico, Perfil del aire en la imprenta malagueña de Prados y Altolaguirre, pero es atacado por  Juan Ramón Jiménez,   quién considera a este libro demasiado influido por Jorge Guillén.

En 1928 fallece su madre, visita a sus amigos malagueños (Altolaguirre, Prados, Méndez e Hinojosa); marcha a Madrid, donde conoce a Vicente Alexandre.

Se traslada luego a Madrid en 1929 y allí, desde 1930, trabaja en la librería de León Sánchez Cuesta; asiste a diversas tertulias en compañía de Vicente Aleixandre  y de Federico García Lorca.

Cernuda es incluído en Antología (1932) de Gerardo Diego y colabora además en la revista Octubre de Rafael Alberti (1933).

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